3.2.1. La ética, su objeto de estudio y su sentido sociocultural.

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Teniendo en cuenta que a cada ciencia le corresponde un objeto de estudio particular y reconociendo el posible carácter científico de la Ética, su objeto de estudio ya lo hemos mencionado al afirmar la importancia de los valores morales, los cuales están circunscritos a la Moral. Es entonces, la Moral el objeto o tema de estudio de la Ética. La Ética necesita de la Moral para sacar sus conclusiones, para explicarla, para elaborar sus hipótesis y teorías, pero ello no significa que la tarea de la Ética consiste en inventar o crear la Moral. La Moral entonces, es inherente al ser humano en la medida en que éste es un ser activo, que despliega su voluntad en la realidad natural y social, en forma consciente, libre y, por lo tanto, responsable.

De aquí se sigue que sólo el hombre es un ser moral, dado que en la realidad infrahumana sólo existe la necesidad y el determinismo de las conductas instintivas. Ahora bien, la ética se interesa por este actuar humano desde un punto de vista exclusivo y esencial: la conducta humana en tanto es regida, orientada e inspirada por valores, en tanto actúa según los ejes justo/injusto, debido/indebido.

I.- Conductas que no son objeto de estudio de la ética.

a. Una persona observa una pintura.

b. Practicar un deporte.

c. Escuchar música, o platicar.

II.- Conductas que son objeto de estudio de la ética.

1 Un maestro humilla a un alumno.

2 Robar es malo.

3 Decir mentiras no es correcto.

4 Sobornar a alguien es malo.

Existir es actuar. El hombre es ante todo acción. Esto es algo fundamental en la Ética que estudia precisamente la acción humana en cuanto tal (es decir, libre). En realidad, casi cualquier acción humana libre es, de por sí, moral (catalogable en términos de "bueno" o "malo"). Algunas de estas acciones probablemente, la mayoría- parecen fluir de un modo casi espontáneo y natural: estoy trabajando, me relaciono con los demás y los respeto, no hay esfuerzo aparente, ni sensación de lucha o tensión. En cambio, en otros momentos, la acción es dolorosa: hay que vencer contradicciones exteriores y se vive un conflicto interior.

Es precisamente en los conflictos cuando se hace más evidente el carácter humano y moral de nuestra acción. Como se puede apreciar, la acción humana en tanto humana es compleja. El determinismo vigente para la realidad natural, plantea un desafío para el hombre en su vida personal y social. Al descubrir que nada está escrito en cuanto al destino, a su destino particular, y que es portador de una conciencia que le hace reconocer su propia libertad, surge el desconcierto, la duda, el temor, la angustia; y ante el error, la culpa y el remordimiento.

Se pregunta entonces,

¿Qué es lo que debo hacer?,

¿Qué no debo hacer?,

¿Por qué?, etc.

Aquí se hace presente el Conflicto, en donde se trasluce el carácter moral y humano que interesa a la Ética.

Sentido sociocultural de la Ética.

Cada persona nace en el seno de una cultura, es decir, se encuentra de entrada en un mundo de significados, de instituciones y de formas de vida cultivados por sus antecesores. Tiene que aprender a formar su propia visión del mundo a partir de creencias y actitudes que le son transmitidas por su comunidad cultural. De este modo, las acciones y decisiones de cada uno de sus miembros de una sociedad influyen en el desarrollo de cada cultura; la cultura se produce y se reproduce a través de las acciones y decisiones de los individuos.

Así pues, existe una interacción constante entre los individuos y la comunidad en la formación y el cambio de una sociedad. Actualmente, aunque hay diferentes definiciones del concepto de cultura, todas ellas incluyen elementos como las formas de conocimiento, las creencias, el arte, la moral, las leyes, las costumbres y prácticamente todas las capacidades y los hábitos adquiridos por los seres humanos como miembros de una sociedad. Para algunos autores, el concepto de cultura se opone al de naturaleza y se usa para nombrar el conjunto de conocimientos, técnicas, valores, creencias, prácticas, que caracterizan a un grupo humano y que se transmiten de una generación a otra.

La cultura es información transmitida por enseñanza y aprendizaje, y no por herencia genética. En su sentido más amplio, la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias. De acuerdo con lo anterior, una cultura es una comunidad de personas con una tradición que ha sido cultivada a través del tiempo; que comparte una lengua, una historia, creencias, valores y prácticas. Además, sus miembros participan en un proyecto de vida basado en expectativas comunes. Una cultura es continuidad, tradición y así se arraiga en el pasado; pero también es proyecto, elección de fines y valores que orienten la acción colectiva, y así, está orientada hacia el futuro.

En este sentido, una cultura no es estática, sino que lleva en sí misma las posibilidades de su propio cambio; por ello, una cultura es un espacio de posibilidades, ofrece a sus miembros distintas elecciones posibles entre la repetición y la innovación. Por otro lado, también se habla de cultura para referirse a un conjunto más amplio que abarca varias culturas o pueblos distintos; por ejemplo, cuando se dice cultura occidental, cultura oriental, cultura cristiana, cultura indígena. En este caso, se consideran algunos rasgos comunes que constituyen las creencias o valoraciones que sirven de base a todas las demás, que pueden presentar variaciones entre los diferentes elementos que forman la "gran cultura".

El sentido sociocultural de la ética adquiere significancia a partir del actuar ético del individuo, un actuar que puede ser:

1) Aceptación, por parte del individuo, de las normas establecidas en una sociedad determinada. Tal aceptación producirse, desde el punto de vista ético, de dos formas:

Por reflexión y convencimiento: Esto es, tras un proceso en el que sin duda desempeñan un papel importantísimo la situación familiar, la convivencia, la situación económica y cultural, en suma, la influencia del medio ambiente, el individuo decide, tras un proceso de reflexión y análisis, aceptar y dar como buenas las normas establecidas en la sociedad en la que se desenvuelve.

Aceptación por comodidad: En este caso el individuo manifiesta una total y completa sumisión al medio ambiente, adaptándose por rutina y para evitar complicaciones de cualquier tipo, a la normativa vigente en su comunidad. Así, hay muchos individuos que por rutina, comodidad o negligencia aceptan, sin ningún tipo de reflexión previa, las normas que la sociedad establece, sea cual fuere el sistema político vigente en ese momento.

2) No aceptación de las convenciones establecidas en un orden social determinado: No todos los individuos aceptan las normas establecidas en la sociedad en la que se encuentran. En regímenes democráticos asistimos, casi a diario, a las lógicas discrepancias que ciertos individuos, ciudadanos en este caso, mantienen ante las normas y leyes que del gobierno en el poder se derivan. Y con la misma frecuencia, también, asistimos a las dos posturas más usuales que tales personas utilizan cuando mantienen un cierto o total desacuerdo con las leyes promulgadas:

De un lado, las que, haciendo uso de las libertades que todo régimen democrático garantiza, discrepan públicamente, argumentando los motivos por los cuales no les parecen justas o idóneas las pautas de conducta arbitradas en esa comunidad o en ese pueblo, e intentando, con el mismo derecho, transformarlas, ofreciendo para ello las alternativas que consideren más adecuadas para que aquéllas sean a su vez sustituidas.

De otro, las que, despreciando las normas de toda convivencia, realizan actos contrarios a la ley, bien individualmente o bien organizadamente. Tal actitud, antidemocrática y egoísta, puede provocar un amplio abanico de consecuencias que van desde la marginación de la ley hasta la forma más inhumana y cobarde de discrepancia como es el terrorismo.

3) La tercera postura describe también una de las relaciones que desgraciadamente adoptan algunos individuos ante la sociedad: A nadie se le escapa que existen individuos que intentan sólo y exclusivamente conseguir lo que quieren, y para ello, suelen disfrazarse de personas que aceptan la moral convencional y las normas legalmente establecidas, llegando incluso a utilizar el vocabulario moral al uso, con el fin de conseguir sus fines personales. Quizá éstos no suelen ser los más dañinos para la sociedad porque, tarde o temprano, ésta puede detectarlos y localizarlos, pero sea cual fuere el peligro que supongan, no deja de ser ésta una actitud reprochable por todo aquel que se considere o tienda a considerarse una persona honesta.


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